domingo, 3 de agosto de 2014

El osario de la infamia

R. Pérez Barredo / Diariodeburgos.es - domingo, 03 de agosto de 2014
¿Por qué este lugar? ¿Por qué se escogió el monte de Estépar para enterrar a tantas víctimas de la represión, un lugar en el que se calcula que puede haber hasta 600 cuerpos, posiblemente más?
No era ninguna leyenda. Y nadie exageraba. Cierto que el monte de Estépar se había convertido en el símbolo de las víctimas de la represión, el lugar en el que, anualmente, se realizaban homenajes a los asesinados por los sublevados en los primeros meses de 1936 aunque nunca se hubiese removido allí la tierra; no, al menos, con intención de hacer exhumaciones legales. Era una cuenta pendiente. Hasta que hace unos días 70 cuerpos revelaron la verdad de todas las informaciones. Esos restos son sólo la punta del iceberg: se calcula que en las alturas de Estépar puede haber hasta 600 individuos sepultados.

La primera fase de exhumación llevada a cabo la pasada semana en Estépar se saldó con la recuperación de 70 cuerpos. Luis López Araico

Pero ¿qué tenía este lugar? ¿por qué fue elegido por los asesinos para convertirlo en un osario de esas dimensiones, posiblemente uno de los más grandes del norte de España? Ignacio Fernández de Mata, historiador, antropólogo y miembro de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, es rotundo: «Responde a una política de represión mucho más coordinada de que lo que se podía creer. Está tomada por las autoridades militares la decisión de exterminar a esta gente y de hacerlo de manera silenciosa, ocultándolo. Se pretende así reducir el impacto en la población civil afecta. Es un acto de pura limpieza ideológica de rojos o ‘asimilados’ y se hace sin darle publicidad al asunto, ocultándolo y negándolo a la población. Y trazan un área, un cordón de distancia mínima suficiente para que no esté cerca de la ciudad pero tampoco lejos, para que la gente no siga a los camiones, para que nadie vea nada y el lugar, además, sea apartado. Estépar reúne todas las condiciones: se llega desde el penal por carretera en poco tiempo y, en este caso y a diferencia de La Pedraja o La Brújula, el terreno es muy fácil de remover, la tierra es casi arenosa», explica.

Estépar, pues, no era lugar de paso como La Pedraja o La Brújula, muchas de cuyas víctimas acabaron allí durante los traslados de presos de la superpoblada cárcel de Burgos a las de Logroño y Vitoria, respectivamente. Estépar era el final del camino. Era el destino de la mayoría de las sacas del penal. Era el lugar de exterminio. El matadero. Se da la terrible circunstancia de que todos los presos del penal que terminaron en Estépar salieron con la carta de libertad... «Cuando existe un plan, cuando hay cientos los que hay que matar, hay que aplicar una logística y una previsión de esfuerzos y de tiempo. Es normal que por el tipo de terreno, Estépar sea la zona con más restos: está comunicada directamente con la prisión, es un lugar oculto...».

Explica Fernández de Mata que el terreno de las fosas abiertas en el encinar era fácil de remover; pero que las fosas que quedan pendientes están en zonas que son puros arenales, «hasta el punto de que han estado afectadas por gente que, de manera ilegal, se ha llevado tierra de allí para obras... Y tenemos testimonios de gente que, removiéndola, se encontró con huesos». Esas fosas revelarán más cuerpos, aunque algunas hayan sido afectadas por las obras autovía y AVE.  Esas fosas pondrá al descubierto la verdad de Estépar, símbolo de la represión.

El osario de la infamia.

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